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ARTESATURNO

Dos poemas para ARTESATURNO

Manuel Sabador

ARTESATURNO

 

 

 

 

SATURNO I

 

Es allí, a donde quieres volver y nunca llegas. A la mágica cueva, agujero, cloaca o nevera. Fue allí, en una tarde noche de mayo, en una ciudad encantada de historia, donde alguna gente se parece a los palacios que no son suyos, donde empezó ese mínimo comienzo, donde apareció una mínima historia, la más importante.

Fue allí donde una reina decepcionada por la historia sintió por enésima vez el cansancio de la historia, y de su historia. Allí tuvo ese deseo oculto de no ocultar a nadie, de no ser cueva de nadie, de no tejer más laberintos. Y por ello hizo el más grande laberinto de todos, el más intricado, el más despiadado, el más enzarzado que su ingeniero pudiese hacer.

Fue allí donde puso frío y hiel, casi sin quererlo; fue allí que pintó las paredes de vinagre, con las mejores intenciones, con la furia más calmada, con el odio menos sabido.

Y ella, allí, en las paredes de esa melancólica ciudad, con vinagre escribió una historia de niños y ogros, de árboles y casas, y de mucho engaño.

Y él, allí, creyó teñirse del gusto melancólico de aquella vieja ciudad, donde creyó ser piedra triste de viejo palacio, donde creyó ser crepúsculo y tantas leyendas de engaños de manjares en casas, y bosques sin salida.

 

 

 

 

 

 

 

 

SATURNO II

 

Hubo un día en que temí tu voz, tus imágenes y sombras; nunca eras halagüeño con mis pobres fantasías. No era grato lo que venía de ti. Hasta que un día, de incordio sombrío, de molesta compañía, pasaste a privilegio. Desde entonces te saludo, y ahora me lamento de que estés a veces tan lejos. Hoy disfruto en cualquier papel que me destines, viviría infinitamente en uno de ellos. Tu intensidad vale más que cualquier mediano papel fuera de tus cuentos.


Dame horas, noches, días, infiernos de ti.

 

 

 

 

 

 

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