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ARTESATURNO

DOS POEMAS DEL LIBRO INEDITO DE VICENTE LAYNA

AÚN EN LOS ESPEJOS DE LA DESPEDIDA

ARTESATURNO

 

 

 

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VIAJE


 
Merodear la lluvia murmurada al dios del mediodía.
Residir más allá de los árboles de Sánchez Robayna.
Dibujar el desnudo esparcido en sílabas encendidas.
Descender la edad de marzo en el sosiego de Schladming.
Cobijar el certero latido que desordena la muerte.
Abrir el dolor en los límites de Cesare Pavese.
Escuchar las fronteras en las gaviotas del este.
Guardar la mirada gris de Nueva York entre los pájaros.
Releer la luz abatida en las afueras de Rockport.
Sostener la tempestad en lágrimas de ánforas.
Derivar nuevo y solo en las fisuras de Javier Egea.
Recordar el crujido de la bruma en su último rito.
Respirar en el vientre de Punjab sus jardines de fuego.
Pasear por párrafos enfermos celebrando precipicios.
Visitar la materia en los muros de Sean Scully.
Recoger los lugares desangrados en las manos del alba.
Salir al encuentro de la extensión líquida de C. Antonio Molina.
Retrasar los ángulos andados en las calles de Vannes.
Acudir a las palabras del mar cuando azota la obediencia.
Atravesar el hombre aproximativo que levantó Tristan Tzara.
Apagar la voz del poema en la ausencia necesaria.
Alcanzar, al final, la caricia del Sueve en la memoria.
Volver a Madrid cuando vive el otoño.

 

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BELLEZA DERROTADA


 
Desde el fuego preguntas por la luz que convida
por la piel que reza cuando la espada muere
murmurando los ríos de un otoño retenido.
 
Entre brújulas confusas extingues tus finales
en tanto que otra bruma rescata lentamente
las islas recordadas que alumbran tu esqueleto.
Y de improviso vuelves en letras terrenales
para alertar a la noche con lunas incendiadas.
 
Y vigilas inquieta la extensión desolada
la fiera vertical que ataca tus latidos.
Vigilas contra la sed abierta que renace
en catedrales adversas en vísperas de sangre
en las esquinas negras que golpean el alba
hasta sostener con pájaros el borde de los días.
 
Sólo nos miras en bosques pasajeros
silenciosa y oscilante
donde la humareda dispersa tu lenguaje
y acudo a ti, belleza derrotada,
a limpiar a tu paso oscuridades.
 

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