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ARTESATURNO

BREVIS INTRODUCTIO
Por Miguel Ángel Sánchez Gegúndez

 

ARTESATURNO

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La pintura en verdad, no es nada en sí misma; no es nada sin su contemplación. Es por eso la necesidad de no tener que descifrarla rebuscando un significado en su contenido.
La característica principal del arte de Vicente Layna;
es la de ser una pintura con metáforas que habla,
para adentrarse en un mar transparente
de agua, sombra, luz y fuego.


Como os decía al comienzo de la reseña que nos ocupa, la pintura no es nada sin el deleite del que observa una exposición. Lo que desea todo pintor es romper la tela de araña que teje entre la soledad del visitante y el visitado, para que se sienta éste último, del todo acogido, compartiendo el nocturno de plata, de todo lo que fue pintado. Una vez conseguida dicha dificultad, semejante a la complicidad entre el poeta y su posible lector, la pintura pasa a ser un pensamiento desbocado por cada línea del plano.

El lienzo que parecía huérfano de blanco, acaba respirando su esfinge de playa. El alma, que está antes que la pintura, se libera, dando paso a una pintura que detesta todo posible formalismo estructural.
Lo mismo que el poema, la pintura es una creación. Del mismo modo, la pintura moderna puede ser buena o mala, independientemente de que contenga un buen o mal mensaje. La creación de Vicente Layna, es lo más parecido a un verso rompiendo las rejas de los ventanales, para dar alas a sus muchos y afortunados seguidores.

Si la pintura no fuera libertad, jamás hubiera evolucionado, y estaríamos pintando fotografías a cámara lenta, sin la rapidez que proporciona pulsar un botón, para encontrarnos al instante con una realidad hecha.

Toda verdadera pintura corre el riesgo de carecer de sentido, pero a la vez, no seria nada, sin ese riesgo. Hete aquí, donde aparecen las mejores cualidades del pintor que nos trata, mostrando intensidad, emoción, y pureza, en cada una de sus obras. Si el buen lenguaje es música para el oído, la buena pintura es aquella que habla como la poesía. La pintura y en especial la pintura moderna o de vanguardia, desfigura o deforma la realidad, si aquélla no era ya bastante horrenda.

Observando la pintura de Vicente Layna, podemos apreciar a veces, que la vida es un bien que en ocasiones, se vuelve insoportable, y otras, que por fortuna, son las más, podemos analizar, que la vida hasta en los peores casos, es enormemente rica, aunque sólo sea para darnos cuenta de lo inmensamente pobre, que a veces podemos llegar a ser, sin apreciar ese bien o patrimonio de la humanidad llamado arte.

Os recomiendo un paseo hedonista por dicha exposición. Si al salir de ella, nada os conmovió, ni habéis sido convocados a tomar un vaso de vino para brindar por la alegría, os pido perdón, por cada una de estas palabras que se equivocaron en cada uno de sus contenidos.

 

 

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